Pensativa, detenida, indescifrable para cualquier imaginar. En su rostro no transmite señal alguna, no hay gesto, ni nada que libere emoción a libre interpretación, calla y sólo deja que el viento grite fuerte jugando entre las cortinas blancas de la habitación a sus espaldas.
No conoce nada, no le sorprende. Y del idioma ni hablar (tampoco le ha de preocupar).
Sólo el disipar de un tiempo, que la consume como ella a su cigarro, echando cenizas al viento, sin importar más.
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