Caiga.
Empape tu amargura hasta disolverla,
y te inunde el alma hasta el fondo.
Que haya olas y te peguen fuerte,
para que puedas sentir el impacto en los huesos.
Deja que se humedezcan todos tus sentidos,
desde los dedos de los pies a tus oídos,
para que no sequen cuando despiertes
y te enfrentes a una tormenta mundial.
Deja que la lágrima te moje.
Por dentro.
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