lunes, 23 de febrero de 2015

Asfixia emocional

No sé bien quien soy. Y eso no es bueno, nada bueno.
Es más, es todo lo que sé al respecto de no saber. 
Hay alguien más, alguien definido, que lleva mi rostro y viste mi piel, pero fue un yo, fuí yo. 
Como un espejo voy desdoblando mi imagen en centenares de ejemplares del pasado que no es hoy.
Los pienso, me reconozco y desconozco. Me quiero y me aborrezco. 
Me pierdo.
Me abrazo a cualquier estímulo actual que me haga sentir un poco viva, 
mientras se desmoronan los ideales y desconfío poco a poco del mundo.
Algo o alguien intenta apagar mis deseos.
Lo veo y no lo veo. Podría estar ciega hasta con los ojos bien abiertos.
Cualquier dolor se vuelve amorfo e invasivo
Cualquier dolor es poderoso y destructivo.
Y cada una de estas palabras no importan, ni van a importar. 
Porque lo que hoy no es, no creo en que mañana será. 
No hay respuesta, ni hay pregunta. 
De mi, nadie se asusta.
Y eso no es bueno, nada bueno.


1 comentario:

  1. Yo tampoco sé quién soy, pero provisoriamente me nombro con una identidad secreta detrás de cuya máscara escondo -y asfixio- la ignorancia y la incertidumbre acerca de mi rostro.

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